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¿Se debe tomar la cesárea como un indicador de violencia obstétrica?

He decidido inaugurar este espacio con esta nota, a propósito de una noticia reciente sobre la epidemia de cesáreas innecesarias en México.

Claramente, la cesárea es un método quirúrgico de emergencia que se ha ido perfeccionando a través de los siglos, pero ¿dónde está esa línea a partir de la cual su abuso, en lugar de salvar vidas comienza a arruinarlas? ¿aquél punto donde quedan cicatrices profundas que están no sólo en el cuerpo, pero también en el alma?

La muerte, se dice, sería la consecuencia trágica de una cesárea mal practicada. Pero existen consecuencias en vida, relatadas por las mismas mujeres que las experimentan, como son los casos de Teresa, Patricia, Jassiel, Regina y Liliana, cinco mexicanas que exponen su caso, cuyo ingrediente común es la honda herida emocional que no se cura con analgésicos ni antibióticos.

El médico de Teresa Aceves se encargó durante su embarazo de informarle de todos los peligros que corre la mujer en el parto vaginal, incluyendo que la cabeza del bebé fuese aplastada con los fórceps, o que un pedazo de placenta quedara dentro del útero; señales de intervenciones que una partera formada en la tradición no aplicaría, pues las mujeres sabemos que el parto y el alumbramiento fisiológico no requieren ni de fórceps, ni de legrados de placenta. El médico de Teresa nunca le habló de los riegos de una cesárea. Teresa estuvo a punto de entrar en shock hipovolémico durante la cirugía.

Como Teresa, Patricia García también tenía todas las condiciones para un parto fisiológico, pero su médico no tenía tiempo de trasladarse 50 minutos en el tráfico y mucho menos de esperar 12 horas a una primigesta, así que decidió aplicarle la Maniobra de Hamilton (cuyos riesgos son más evidentes que sus beneficios) sin su consentimiento y con a penas 39 semanas de embarazo.

A Jassiel Pérez su ginecóloga le aseguró que su bebé nacería por parto, pero su anestesiólogo opinó "métele un chingo de oxitocina para que esto sea rápido". El exceso de la hormona sintética provocó sufrimiento fetal que concluyó en..., sí, cesárea.

A Regina Zonana le fue negado su derecho a parir a su hija Diana en su casa. En plena labor de parto, tras la amenaza de cesárea se puso a llorar a lo que el anestesiólogo contestó: "si sigues llorando, si te sigues moviendo, te voy a sedar, te voy a dormir". Amenaza cumplida, Regina no pudo abrazar a su bebé al nacer.

Liliana Macías comenta que estaba teniendo un trabajo de parto fisiológico exitoso. Con ya 9 centímetros de dilatación, en el hospital público donde estaba siendo atendida hubo cambio de turno. Sin justificación médica, el recién llegado especialista de guardia decidió hacerle una cesárea. A Liliana le perforaron el útero y la vejiga, situación de la que tuvo conocimiento dos días después cuando tuvo que regresar al hospital con fiebre y dolor abdominal. La historia concluyó en una histerectomía.

En este espacio honramos a estas cinco mujeres que decidieron romper el silencio. Después de relatar brevemente sus historias (ver artículo completo aquí), he aquí sus voces que nos recuerdan que tenemos algo muy precioso por lo cual luchar, empezando por nuestra autonomía, y siguiendo por nuestras parteras que, lejos de imponerse, nos empoderan:

(El ginecólogo) "me vendió la cesárea como el mejor esquema para mí y para la bebé. Como era mi primer hijo, le creí." Teresa Aceves, 30 años.

"Todavía me decepcionó mucho más que me dice: ‘Su bebé, ni para atrás ni para adelante, ¿qué hacemos?’" Patricia García, 38 años.

"Yo ya estaba en sus manos. No soy dejada, pero me hice chiquita, me daba pavor enfrentarme a lo desconocido." Jassiel Pérez, 34 años.

"Mejor me voy a portar bien, me voy a portar bien." Regina Zonana, 30 años.

"Yo no voy a recuperar mi vientre. Pero mi hija algún día, si ella así lo quiere, va a ser madre." Liliana Macías, 32 años.

¿Y cuál es tu voz?

Si quieres publicar tu historia en este blog escribe a mipartoesmidecision@gmail.com

Sumando nuestras voces nos haremos oír.


La imagen es la portada del libro "Cesárea, más allá de la herida" de Ana Álvarez-Errecalde. Puedes encontrar una reseña en www.elpartoesnuestro.es 

Comentarios

  1. Qué valiosa información y ojalá que con esto se animen todas las mujeres y principalmente las primerizas, yo soy abuelita de una hermosa nieta que nació de parto completa y totalmente natural, aunado a esto no es enfermiza, no sabe lo que es tomar en biberón (solo pecho materno), y lo mas hermoso e interesante es que fueron gracias a Dios y a las benditas manos de unas parteras.

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  2. Y lo mas maravilloso es que yo estuve presente en el parto, fue algo asombroso y hermoso.

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