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Hasta que nuestra decisión informada no sea un acto de rebeldía

¿Tener hijos o no tenerlos? Ese es el dilema.

Vengo de una generación donde la lucha feminista ha rendido algunos frutos.

Hoy en día no tener hijos es una decisión que muchas mujeres toman, en un acto de libre y de entera autonomía, y una vez tomada, es menos común que la sociedad presione, aunque siempre habrá alguien que nos recuerde que vivimos en un mundo en que la decisión de no tener hijos sigue siendo un acto de rebeldía.

No, las mujeres no somos rebeldes por intentar que se respeten las decisiones sobre nuestros cuerpos. Y sin embargo lo somos. Y lo somos sólo porque existe un aparato represor que dice que lo somos.

También sucede que aquellas mujeres que optan por tener hijos, pareciera que se interrumpe su membresía del "club del feminismo" y pasan a formar parte de la encantadora, dulce y supuestamente aburrida maternidad.

Vengo de una generación que ha crecido con el estigma de que tener hijos es una forma más que tiene el patriarcado de oprimir nuestras voluntades. Maternidad y feminismo es un binomio difícil de conjugar en las "mentes rebeldes".

Nunca me he atrevido a declararme abiertamente feminista, porque mi feminismo no es ideológico. Mi feminismo no es un esqueleto conceptual al que le voy metiendo evidencia que encajaría perfectamente con mi discurso. Tampoco me atrevo a hacerlo porque decir feminismo es decir todo y nada.

Pero para mí, el ser feminista es un acto de rebeldía, no una rebeldía per se, pero cualquier acto de rebeldía que surja de la profunda sensación de injusticia, de sentirnos oprimidas por cualquier acto social que nos imponga una condición de subordinación por el simple hecho de ser mujeres.

Yo siempre he dicho que la lucha por un parto respetado es otra cara más del feminismo, y lo sostengo; pero a la vez no lo es, porque si los hombres parieran, la lucha también sería por sus derechos.

El hecho es que por biología es la mujer la que pare, y por cultura su cuerpo siempre ha estado sometido, en todas las etapas de su vida, a los imperativos sociales. Incluyendo el imperativo feminista de la repulsión a la maternidad.

No tener hijos es una decisión con la que yo misma (que los tengo) pude haber vivido perfectamente bien. De hecho este mundo necesita más mujeres que decidan no tenerlos por cuestiones simplemente demográficas. Pero, por la salud emocional de la mujer, esa decisión debe estar basada en una auténtica autonomía y en un pleno reconocimiento de las necesidades individuales; y no en un imperativo cultural que nos hace creer que el ser madres nos convierte en víctimas del patriarcado.

La maternidad - paternidad consciente es un platillo aderezado con altas dosis de rebeldía, porque se es consciente no sólo del propio cuerpo, y de los cambios fisiológicos y hormonales que van sucediendo. Se es consciente también de que allá afuera, existe un aparato represor históricamente bien armado, que nos invita sutilmente a subordinarnos a actos que atentan contra nuestra integridad física, emocional, psicológica, y que por costumbre (patriarcal) rompen con el vínculo materno-filial tan profundamente impactante en la vida adulta de cualquier bebé que nace.

Por esta razón, pensar en la forma en que se están dando los "actos de nacer" debería ser una preocupación no sólo de las mujeres embarazadas, lo cual ya es alarmante saber que la mayoría se va a entregar sin más en un acto de total subordinación. Las maneras en que nace la humanidad debería ser una preocupación del colectivo feminista por entero, aún de aquellas y aquellos que han decidido no ser madres y padres. Porque tienen hermanas, amigas, y tendrán sobrinos, y serán nuestras futuras generaciones las que queremos que la primera sensación que experimenten en este mundo sea el amor, y no el miedo, como estamos tan natural e inconscientemente tan acostumbrados.

En lo personal, en el justo momento de mi parto me insubordiné a dos médicos que me querían intervenir con una césarea. Sentí la amenaza, el mecanismo de la culpa que históricamente han usado contra la mujer, pero no fui víctima, porque estaba informada, y porque tenía el respaldo científico y el soporte técnico, y el apoyo familiar; y conocía la alternativa segura de parir en un ambiente de respeto y amor.

¿Rebeldes? Sí ¿Hasta dónde queremos llegar? Hasta que nuestra decisión informada no sea un acto de rebeldía.


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