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En el sendero los caminos se bifurcan... que no te lleven a ciegas

El año pasado, a propósito de la conmemoración de los derechos de las mujeres, por azares del destino la Secretaría de Salud me invitó a participar, como antropóloga, en un foro titulado "Evolución del Panorama de las Mujeres en el Embarazo, Parto y Puerperio al 2016".

Mi único propósito era colocar en la mesa una reflexión dirigida al personal de salud presente. Mi mayor gratificación la obtuve al final, cuando una joven embarazada, médico de profesión, me comentó que se sentía aliviada al saber que contaba con alternativas como las que expuse, y me preguntó dónde podía encontrar a estas parteras.

Dejo aquí mi intervención:

Incubar en el propio cuerpo a otro ser, y hacerlo nacer es quizá la condición biológica más notoria que distingue a una hembra de un macho entre nosotros los mamíferos. En términos antropológicos se dice que los eventos de la naturaleza pasan necesariamente por el filtro de las interpretaciones de la cultura y de la sociedad, y son estos filtros culturales los que van a determinar nuestras maneras de actuar como individuos y como sociedad.

Conmemorando el día internacional de los derechos y la equidad de género, se ha abierto oportunamente este diálogo para tratar el tema del bienestar materno en la atención del parto.

Quisiera comenzar mi intervención con un ejercicio de empatía. Piensa en un escenario común de atención obstétrica en un hospital materno.

Ponte en el lugar del personal obstétrico que recibe un promedio de cinco a quince partos en su turno laboral.

Ponte en el lugar del enfermero y la enfermera que lleva de seis a ocho horas de pie en su trabajo, de cama en cama, midiendo y apuntando signos vitales, rasurando zonas púbicas, colocando enemas desde hace años.

Ponte en el lugar del médico que en sus años de experiencia ha visto muchos partos complicarse y hoy es un día más que tiene que hacer su trabajo en medio de los gritos abrumadores, ensordecedores, estresantes de varias mujeres que hacen fila en la antesala de expulsión, con la presión de que todas tienen que ser atendidas oportunamente y sin errores.

Ponte en el lugar de la mujer que va a parir, que siente y evoca todos los miedos que le han inculcado sobre el dolor y el sufrimiento del parto, tratando de concentrarse en el bienestar de su hijo en medio de un ambiente ajeno a su hogar y a la gente que conoce y en quien confía.

Ponte en el lugar de la pareja o de los familiares de la mujer que están afuera esperando, sin tener ningún dato sobre lo que está sucediendo en la sala de partos, haciendo cálculos a ciegas de lo mejor y lo peor que puede suceder al mismo tiempo.

Ponte en el lugar del bebé cuyo único mundo conocido hasta entonces, que es el útero de la mujer, se está destruyendo y lo está aplastando, hasta que logra percibir una luz y se aferra a ella. Cuando sale hay mucho ruido, muchas prisas, mucho alboroto. Del ambiente cálido del seno materno pasa bruscamente al ambiente frío de la medición, limpieza y evaluación fisiológica, una vez que le han cortado abruptamente su única manera conocida de respirar que era el cordón umbilical.

Son ampliamente conocidas las referencias que hacen las mujeres al evento del parto como algo traumático, doloroso en sentido físico y emocional, que por fortuna, dicen, se compensa y se olvida tras el momento de éxtasis en que por fin tienen a su bebé en sus brazos, sea cual sea este momento o cómo se haya dado.

Me parece que en el marco de la conmemoración de los derechos de la mujer, las mujeres tienen derecho a despojarse de los miedos y temores alrededor del embarazo y el parto inculcados por la sociedad desde la infancia. El tema de la mesa versa sobre la evolución del panorama de la mujer en la atención del embarazo, el parto y el puerperio.

El concepto de evolución ha sido ampliamente utilizado y discutido desde los inicios de la antropología social. Aun en la actualidad tal vez pensamos que la evolución es ir del punto A al punto B, del salvajismo a la civilización, de lo peor a lo mejor, siguiendo los pasos establecidos por la ciencia para contribuir al bienestar de las personas en el mundo. En términos de la atención al parto este tipo de pensamiento nos diría que evolución es que hayamos pasado de la atención de la partera tradicional en casa a la atención de los médicos y enfermeros en los hospitales.

Pensar en la evolución como una sola línea recta es lo que se llama en antropología “evolución unilineal” y fue una manera de entender el mundo que se instauró en el siglo XIX y gran parte del siglo XX. Respecto a la atención del parto, en tal sentido, todos los esfuerzos en materia de salud pública estuvieron dirigidos a evitar la atención obstétrica fuera de los hospitales, con miras a reducir las tasas de mortalidad materna, sin considerar en su justa medida la variable del crecimiento exponencial de la sociedad y la explocsón demográfica que en su manifestación más concreta provoca que las salas de maternidad estén repletas de pacientes, de prisas, de tensiones y agotamiento del personal obstétrico.

Curioso es que el vocablo obstetricia se empezó a usar como tal en el siglo XVIII para denominar el oficio de las parteras, que se llamaban obstetrix, - icis. La palabra se derivó del verbo latín obstare, una de cuyas acepciones era 'estar allí, a la espera', el tiempo que fuera necesario, algo que, sin duda, es uno de los gajes del oficio de las parteras, siendo que el personal en los hospitales no se puede permitir 'ese lujo' por la misma demanda en la atención.

Volviendo a la antropología, el concepto de evolución unilineal fue cuestionado a mediados del siglo XX, no es casual que fuese después de dos guerras mundiales, época en que se demostró que los desequilibrios socioeconómicos y las diferencias culturales jamás permitirían llegar a un concenso único de lo que significa alcanzar un supuesto punto máximo y único de civilización.

De esta manera surge como concepto lo que se conoce en antropología como “evolución multilineal”, bajo el supuesto de que evolución no es otra cosa más que un “cambio con dirección”, es decir, cada sociedad, cada cultura, cada sector de la población va a aportar ideas y acciones que consideren que se aplican a sus propios contextos, condiciones y necesidades.

Es así que la “evolución multilineal” nos dice que históricamente se pasa no solo del punto A a un único punto B, sino que las posibilidades de estar mejor, de alcanzar el bienestar son tan infinitas que las letras del abedecedario no nos alcanzaría para nombrarlas.

La realidad nos muestra que en las sociedades que siguen pensando la evolución como un proceso unilineal se presenta la paradoja de la involución, que es lo contrario a la evolución, un “cambio sin dirección” un cambio caótico, que por perseguir la perfección utópica está desencadenando otro tipo de problemáticas involuntarias y no deseadas como las que se presentan actualmente en salas de partos atendidos bajo el modelo de la ciencia médica.

En pocas palabras, si hablamos de la evolución en la atención del parto, me parece justo reconocer el paradigma de la evolución multilineal a partir del cual se presentan otros escenarios, basados incluso en las más recientes evidencias científicas y recomendaciones emitidas por la Organizción Mundial de la Salud.

Por poner algunos ejemplos, la OMS recomienda permitir que las mujeres tomen decisiones acerca de su cuidado materno; acompañamiento continuo durante el trabajo de parto y el parto de las personas que la mujer decida; libertad de movimiento y posición durante el trabajo de parto y al momento de la expulsión; la OMS en sus lineamientos generales también recomienda limitar en la medida de lo posible la episiotomía, el rasurado, el enema, el tacto y el monitoreo fetal de rutina; permitir toma de líquidos y alimentos en trabajo de parto para mantener la hidratación como una alternativa al suero intravenoso que limita su libertad de movimiento; también recomienda restringir a casos absolutamente necesarios el uso de oxitocina exógena, analgesia y anestesia así como limitar la tasa de cesárea al 10-15%. Todo esto basado en evidencias científicas de la fisiología del parto.

Si pensamos que la partería tradicional está siendo reemplazada definitiva e irrevocablemente por la atención obstétrica en los hospitales, entonces no estamos escapando de la trampas del paradigma de la evolución unilineal. Para reconocer lo que está sucediendo actualmente en su justa dimensión se debe hablar de los movimientos cada vez más profundos de amplios sectores de mujeres en todo el mundo (Canadá, USA, Alemania, Inglaterra, Finlandia, Francia, Brasil, Argentina por mencionar algunos países precursores) de mujeres que están reinvidicando su derecho a tener un parto en las condiciones y contextos que ellas decidan.

Y esto no es un fenómeno que involucra exclusivamente a la partería tradicional como la conocemos en nuestros contextos principalmente rurales, sino que cada vez son más las mujeres jóvenes, con estudios, de zonas rurales y urbanas, que quieren dedicarse a atender a otras mujeres en sus partos fuera del contexto hospitalario tradicional que se enseña en las facultades de medicina.

También son cada vez más las escuelas y los centros de atención (casas de maternidad) que promueven este tipo de modelo de atención que se conoce como parto humanizado, y no porque no sea posible reproducir el modelo en los hospitales públicos, pues el derecho debe ser equitativo para todas las mujeres, sino que las condiciones actuales de la atención hospitalaria como son la sobredemanda, las instalaciones, los reglamentos, incluso el temor al cambio, impiden instalar maneras diferentes de atención y al mismo tiempo provoca que se estén gestando diferentes alternativas de atención del parto dentro y fuera de los hospitales tradicionales.

Ahora bien, para que este paradigma de evolución multilineal tenga el efecto deseado donde se permitan, promuevan y apoyen otros escenarios de atención más cercanos a las necesidades bio-sico-sociales de las mujeres embarazadas y los recién nacidos, se requiere el esfuerzo conjunto de todos los involucrados incluyendo legisladores, escuelas de medicina, personal obstétrico de todo tipo, parteras y doulas, se requiere el esfuerzo de las mujeres mismas encamido a asumir una maternidad consciente, del apoyo de sus familias y de la sociedad que no oculte más esos derechos que por ser tan íntimos han sido mucho tiempo silenciados, cuando no ignorados.

Para cerrar, finalicemos con otro ejercicio de empatía en un escenario distinto.

Ponte en el lugar del obstétra o la partera y sus auxiliares (enfermeras, doulas, aprendices de partería) que sin estrés, permiten que el tiempo y la naturaleza hagan su trabajo, interviniendo lo menos posible, no están corriendo de un lugar a otro, nada les causa prisa, sólo observan, consuelan y establecen contacto cuando la mujer así lo pide.

Ponte en el lugar de la pareja, el familiar o la amiga de la mujer, que está ahí presenciando el proceso, sabiéndose útil y parte activa, y teniendo la certeza de que todo está yendo bien.

Ponte en el lugar de la mujer que está pariendo, experimentando el innevitable y profundo dolor sin preocuparse absolutamente por nada más, viviendo su trance, hablando con su bebé para que coopere, sabiéndose acompañada por personas en las que confía plenamente y haciendo consciente el enorme poder que tiene su cuerpo sabio que le pide cambiar de posición cada determinado tiempo.

Ponte en el lugar del bebé, quien inmediatamente después del trauma inicial de la contracción, de sentir su mundo conocido destruyéndose y aplastándolo, encuentra los brazos de personas que lo reciben con cariño y palabras de amor, durante el pequeñísimo trayecto que tiene que recorrer hasta los brazos y el pecho de su madre, al bebé que le permiten seguir respirando con el cordón umbilical todo el tiempo que lo necesite hasta que éste deje de latir por sí mismo. Las personas alrededor de él saben, que si todo parece estar bien, el proceso de evaluación fisiológica puede esperar lo que dure el diálogo íntimo, el primer vínculo que como persona establece el bebé con la mujer que le dio la vida.

Como podrás imaginar, lejos de ser esta una experiencia traumática que la mujer prefiere olvidar, el parto se convierte en una experiencia trascendental, transformadora, poderosa, que la mujer no sólo quiere conservar con detalle en su memoria, sino que se ve atraída a compartir, a agradecer.

El origen fundamental de este encuentro es hablar del bienestar materno-infantil en términos de la salud integral, es decir, un bienestar no sólo fisiológico o no solo emocional sino más bien un bienestar bio-psico-social como suele decirse todo el tiempo.

Michel Odent es médico obstétra francés que revolucionó las ideas científicas que se tenían sobre el parto con base en su teoría de la salud primal. Son reconocidos sus estudios sobre los efectos de las hormonas naturales de oxiticina y adrenalina que se producen de manera diferencial y con efectos contrarios según el contexto de atención al que se vea sometido la mujer durante el parto.

Odent dice que el arte de la partería moderna “no es ayudar o guiar a dar a luz, sino proteger el proceso de parto contra todo aquello que naturalmente puede inhibirlo”. Dice también Michel Odent en su frase más celebre: “Para cambiar el mundo habría que empezar por cambiar la manera de nacer”.

La Asociación Mexicana de Partería ya está haciendo su parte para lograr la certificación de centros de atención, escuelas y parteras. Estos esfuerzos los hacen con el objetivo de incorporar otras alternativas que estén a disposición de las mujeres y sus familias de manera segura.

El resto de la sociedad podríamos comenzar reconociendo, en lugar de verlo como algo exótico, las profundas necesidades fisiológicas, emocionales y culturales no solo de las mujeres en el parto, sino de todo ser humano al momento de nacer.


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